RIVERA LETELIER:

¿UN MILAGRO DEL CRISTO DE ELQUI? 

“Yo no sé nada de estructuras,
   no planeo mis libros ni hago esquema tengo una historia y me siento a escribirlas. Sé por dónde voy pero no sé cómo va a terminar, los personajes me llevan de aquí para allá, hasta el final”.

Un hombre de fe, con la suerte impregnada en el número once, que vivió 45 años en el desierto, donde su literatura fue la tabla que lo redimió del destino que pensaba iba a tener cuando era niño. Que le cambió la vida, pero no lo cambió a él, que sigue siendo el contador de historias –como se hace llamar-, que recuerda una infancia muy feliz a pesar de su pobreza es Hernán Rivera Letelier, el premio Alfaguara 2010.

MD: Un poco trasladándonos al momento en que recibe la noticia, hay una mezcla de sentimientos, cuáles fueron los suyos…
HRL: Fue un sentimiento de satisfacción muy grande porque yo creo mucho en lo que hago, en mi literatura, más bien es que tengo fe en lo que escribo. Tengo fe en mi intuición, en mi imaginación, en mi experiencia de vida, en mi memoria y cuando me llaman para decirme que mi obra había ganado esa fe me inundó de tal forma que casi levité. Sucedió algo también simpático tenía a la persona que me llamó y me preguntó qué era lo que sentía, yo le digo mire cuando yo mandé esta obra la mandé con la convicción absoluta que yo me ganaba este premio y ahora que usted me lo dice no puedo creerlo. Creo que aún de pronto me siento como pisando entre algodones, no puedo asimilar bien la calidad de premio que gané porque es el premio más importante de América Latina y uno de los más prestigiosos, muchos premios han perdido el prestigio y éste lo conserva y me encanta haber ganado un premio prestigioso.

MD:¿Un milagro del Cristo de Elqui, quizá?
HRL: Un milagro, pero éste Cristo empezó con los milagros antes del premio. Mira mi número de la suerte es el número once, porque yo nació un día once, en las cosas más importantes que me han pasado en esta vida siempre ha estado presente el número once, un solo ejemplo cuando yo escribo “La reina Isabel cantaba rancheras” que es mi primera obra, la escribí en el desierto mientras yo trabajaba en la mina, me demoré más de cuatro años en hacerla en la última pieza de mi casa. La termino y la mando al premio del Consejo Nacional del Libro que es el más importante que hay en mi país y me lo gano –fue el que me cambió la vida- pasé de proletario a propietario, cuando me entregan el premio en Santiago, lo hacen a las once de la mañana del día once del mes once, esto fue increíble.

MD: Y su novela El arte de la resurrección es la undécima por cosa del destino…
HRL: Esta novela, El arte de la resurrección, era mi décima novela y llevaba 140 páginas escritas, estaba entusiasmadísimo, había intuido que el tono estaba perfecto, que era mi gran novela pero era la número diez y no me había dado cuenta, de pronto irrumpe, no sé de dónde otra historia y dejo de lado esta. Me pongo a escribir la otra y en tres meses escribí una novela corta que se llama La contadora de películas, la mando a mi agente y le dije que esto me había salido de la nada, ve si te sirve para algo y él me contesta que estaba bellísima que había que publicarla para venderla ya. Entonces ésta novela pasa a ser la número once.




MD:El Cristo de Elqui, por qué el nombre, que hay detrás de este personaje.
HRL: Es un personaje real, existió en mi país por los años 30 ó 40, sale a predicar desde el valle de Elqui, pero cuando decide que es la reencarnación de Cristo, se interna por los cerros del valle para purificar su espíritu con sacrificios. Dormía en el suelo, se bañaba con las aguas de un río a las cinco de la mañana en invierno, comía frutos. Después de cuatro años, cuando cumple los 33, baja del valle con una túnica, sandalias, pelo largo, barba diciendo que es la reencarnación de Cristo su segunda venida y fue predicando, bautizando, haciendo ‘milagros’, ungiendo, bendiciendo. La gente se queda atónita –estamos hablando del año 31- la gente era muy crédula, entonces empiezan a seguirlo, comienzan a abandonar la iglesia y los curas por ir detrás del Cristo y anduvo haciéndolo durante veintidós años; entonces, es un personaje que era digno de una novela.


MD: Cómo concibe al personaje, cómo le va dando forma a pesar de saber que había existido.
HRL: Empecé a oír de él cuando era un niño, en la pampa, había muchas historias que contaban los viejos y se me va apareciendo poco a poco, cuando empiezo a escribir La reina Isabel cantaba rancheras, que es una novela de putas, no tenía por donde salga un Cristo, pero se quedó y está allí en una escena de una página y media; me vuelve a aparecer en mi cuarta novela, Los trenes se van al purgatorio, se sube al tren y se toma dos capítulos y medio; se me vuelve a aparecer por tercera vez en mi novena novela, Mi nombre es Malarosa, aquí dije no!!!, este cristito me está pidiendo una novela para él solo, empecé a investigarlo, reuní antecedentes…


MD:¿Hubo mucho trabajo para investigarlo y conocerlo?
HRL: Mucho trabajo, porque hay muy poco material, una que otra entrevista de los diarios de la época, pero de pronto descubrí que había escrito algunos libros. Era analfabeto pero aprendió a escribir y leer él solo, dejó unos libros que son una lata leerlos pero como testimonio sí son bonitos. Eso fue como la base. Cuando los descubro en la biblioteca de Santiago y los leo, me dije con esto la novela ésta lista.


MD: Y Magalena Mercado, la prostituta, como la fue moldeando…
HRL: Ella apareció de pronto. Me di cuenta que este Cristo es un macho, es viril, no cree en el voto de castidad, cree en todo menos en eso; entonces me dije, bueno a éste tipo le hace falta una mujer en la historia que voy a contar. Tuvo muchas Marías Magdalenas pero ninguna como Magalena. La creé a imagen y semejanza de lo que él hubiese buscado en una mujer. Es una hembra que a cualquier hombre en este mundo le gustaría encontrar, una puta santa o una santa puta. Se vuelve loco cuando escucha hablar de ella y va en su busca. La historia de esta mujer es interesante porque cuando de niña se crió al lado de la iglesia católica, ayudó al cura a hacer misa, limpiaba la iglesia, se preocupaba de todo, leía la vida de los santos y quería ser santa; pero el curita empezó a usarla sexualmente desde los cinco años de edad y terminó siendo una prostituta. En alguna parte por allí, ella se pregunta: ‘si el ejercicio de la prostitución no sería también una especie de santidad’


MD:¿El cura que aparece en su novela es un personaje de ficción o es un personaje real?
HRL: Es un personaje de ficción pero que como todos mis personajes fue inspirado en un personaje real, yo los transfiguro, lo novelizo que es lo que tiene que hacer un escritor porque sino lo que estaría haciendo es una crónica. Me inspiro en la historia para escribir una novela. El único personaje real es el Cristo de Elqui, los demás son personajes de ficción pero inspirados en personas que he ido conociendo a través de mi vida.

MD: Muchos han señalado que su narrativa es una mezcla de crónica histórica y social con realismos mágicos pero ¿cómo describe usted su narrativa?
HRL: Acepto completamente que es real e histórica cuando uno escribe sobre la pampa lo social, lo político incluso lo panfletario aflora solo porque la historia en la pampa está llena de injusticia social en contra de los obreros, donde hubo matanzas y murieron también peruanos y bolivianos, hubo huelgas de hambre, marchas a través del desierto. Lo que no me calza mucho es cuando dicen que hay realismo mágico porque en mi novela no hay nada mágico. Si los críticos o estudiosos quieren una etiqueta, se me ha ocurrido que en todo caso sea un realismo estético o poético –como le llamo- porque lo que pretendo es contar la realidad que viví en ese desierto pero permeado del espíritu de la poesía, a través del lenguaje volver mágica la historia de personajes comunes y corrientes, nada más que eso.

MD:Tuvo un gran sueño ¿y ahora?
HRL: Ya hemos sobrepasado todos los sueños, jamás imaginé que iba a llegar a esto cuando empecé a escribir; el triunfo –como me imaginaba- era ver un libro mío publicado en una librería, todo esto que me está pasando ha sobrepasado todos mis sueños. Ahora a lo único que aspiro es a tratar de hacerlo mejor y para eso me saco la cresta todos los días, estudio, leo. Creo que todo lo que todo artista quiere es que la obra que está haciendo ahora sea mejor que la anterior.

MD:Qué viene ahora de Hernán Rivera
HRL: Siempre estoy escribiendo, ya tengo como setenta páginas de otra cosa que estoy escribiendo y no te puedo decir nada porque soy supersticioso.

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